La Asociación de cine Vértigo estrena nueva temporada en el CICCA, con un ciclo dedicado a la escritora y cineasta francesa, 'Marguerite Duras: el cine como forma de escritura'.
Los títulos seleccionados y sus fechas de proyección, en horario de 18:30 horas y con entrada libre, son:
- Hiroshima mon amour de Alain Resnais, 1959. (Lunes 6 noviembre 2017)
- Mademoiselle de Tony Richardson, 1966. (Lunes 13 noviembre 2017)
- India song de Marguerite Duras, 1975. (Lunes 20 noviembre 2017)
- Baxter, Vera Baxter de Marguerite Duras, 1977. (Lunes 27 noviembre 2017)
Marguerite Duras (1914-1996) pertenece al escaso grupo de escritores (como Pasolini) que cuentan con una amplia carrera cinematográfica, sólida y arriesgada, superior incluso, a su obra literaria, aunque, desgraciadamente, su extensa filmografía sea abrumadoramente desconocida, con lo que esta faceta carece del merecido reconocimiento.
Asociada inicialmente junto a Robbe-Grillet, Butor, Pinget o Claude Simon al conocido como noveau roman, Duras comienza en 1943 su carrera como novelista disfrutando de un temprano reconocimiento pues, en 1958, su novela de corte autobiográfico Un barrage contre le Pacifique (1950) es llevada al cine por René Clément.
Inmediatamente después, de la mano de Alain Resnais, participa como guionista de Hiroshima mon amour (1959). En esta película, quedan reflejados algunos de los temas que vertebrarán su posterior producción cinematográfica. Decepcionada tanto con la adaptación de sus obras al cine, como con la soledad y la inseguridad en la que se ejerce la creación literaria, Duras salta detrás de la cámara en 1966 para codirigir con Paul Seban La música, primera de las casi veinte piezas, entre cortos, medios y largometrajes, que concluye en Les enfants (1985).
Durante este periodo, la Marguerite Duras escritora se verá desplazada por la Duras cineasta, hasta el punto de que su impulso creador y el universo construido a partir de Le ravissement de Lol V. Stein, se dirigirán principalmente al cine. Así, gracias al empleo de un modo de producción frugal y guerrillero, pasa de codirigir adaptaciones teatrales, a escribir piezas directamente para ser filmadas, hasta construir un corpus coherente con el que alcanza el mismo resultado: el vaciamiento del medio cinematográfico con la conocida pantalla en negro de L'homme atlantique (1981).
La obra de Marguerite, habitada por torturados personajes femeninos, contaminados por constantes autobiográficas, está marcada por la “autorreferencialidad”, la repetición, la metonimia, lo fragmentario, y una resistencia contra la estructura lógica narrativa convencional, así como por la insistente recurrencia de varios personajes esenciales: Anne-Marie Stretter, Lol V. Stein, La mendiga y el Vicecónsul. Sobre su labor planea insistente la cuestión de la posibilidad del deseo entre las sombras del desastre de Hiroshima, del Holocausto o de la experiencia colonial, y una deriva hacia una cada vez mayor abstracción, terminando por disolverse en ideas, fluir de imágenes y puro discurso.
En sus películas el espectador transita a través de lo auditivo, de un mundo unidimensional dominado por la mirada masculina, hacia otro multidimensional, femenino y sinestésico, propio del sentido de la escucha. M. Duras funda un espacio único entre la escritura y el cine en el que se inscriben el autorretrato y las obsesiones; culminando en un universo circular, suspendido, “fantasmático”, sonámbulo y polifónico. Una especie de asfixiante palimpsesto de la memoria. A partir ahí engendró un cine hipnótico, preñado de imágenes, pausado, estático, frontal, sin linealidad narrativa, sin actuación ni representación. Para dejarnos un paisaje despojado de humanos, pero lleno de palabras, en el que resuenan las imágenes de ríos y mares, y los primarios gritos de Stratter, el Vicecónsul, La mendiga o Aurélia, indistinguibles e intercambiables.