La Asociación de cine Vértigo organiza en abril de 2022, en el CICCA de Las Palmas de Gran Canaria, Fundación La Caja de Canarias, el ciclo "João César Monteiro. Excéntrico e inclasificable", para homenajear a uno de los cineastas más reconocidos de la Historia del Cine Portugués de las últimas décadas.
Los títulos y sus fechas de proyección, en horario de 18:30 horas y con entrada gratuita*, son:
“Recuerdos de la Casa Amarilla”, de João César Monteiro, 1989. (Lunes 11 de abril)
“La comedia de Dios”, de João César Monteiro, 1993. (Lunes 18 de abril)
Consulta o descarga el folleto: [pdf]
Excéntrico e inclasificable
João César Monteiro (1939-2003) fue uno de los cineastas portugueses más reconocidos, excéntricos e inclasificables de su tiempo. Curiosamente, estos rasgos distintivos y su particularidad idiosincrática no son ajenos, ni desconocidos, si consideramos la trayectoria del cine portugués reciente, que está plagada de francotiradores geniales, desde las personalidades totémicas de Manoel de Oliveira o Pedro Costa, hasta los enfants terribles Miguel Gomes, João Pedro Rodrigues o João Nicolau, pasando por Rita Azevedo Gomes y Margarida Cordeiro y António Reis.
Criado en el seno de una familia burguesa de provincias, con sus raíces en Figueira da Foz, pronto se trasladan a Lisboa para que su vástago pueda continuar con sus estudios secundarios que, sin embargo, terminaron abruptamente cuando, según cuenta él mismo, fue expulsado del Colégio moderno (a la sazón dirigido entonces por Mário Soares) por haber contraído una enfermedad venérea.
Antes de ser cineasta fue poeta, escritor e, incluso, entre 1965 y 1974, se dedicó también a la crítica cinematográfica, escribiendo sobre su propio cine y el de otros en varios periódicos y revistas especializadas. De hecho, su primera obra fue un libro de poemas autoeditado, Corpo submerso (1959), del que luego renegaría, pero que se encuentra incluido en la edición de sus obras completas, proyecto que, desde el 2014, ha venido cumplimentando la editorial Letra Livre y que, de momento, reúne ya cuatro volúmenes.
Aprendiz precoz del Cinema Novo, férreamente independiente y libre, su filmografía está compuesta por casi dos decenas de obras, entre cortos y largometrajes, que se inicia en 1968, con una pieza sobre la poeta Sophia de Mello Breyner Andresen, si bien antes, en 1965, ya había comenzado el trabajo y el rodaje de su siguiente obra, el mediometraje de corte autobiográfico Quem espera por sapatos de defunto morre descalço (1970).
En su obra se mezclan la honestidad más transparente y lírica con obras satíricas y polémicas, incluso en las lindes de la experimentación intolerable, como ocurrió con la famosa Branca de Neve (2000), película o, más bien filme-texto, que muestra la pantalla en negro durante la mayor parte del metraje. Sin embargo, comenzó a crecer y a despuntar internacionalmente cuando, con su inconfundible figura 'grequiana' y mefistofélica, empezó a encarnar al personaje de João de Deus en una trilogía (más dos obras apócrifas) que comienza con Recordações da casa amarela (1989), se prolonga con A comédia de Deus (1995) y termina con As bodas de Deus (1999). Con ellas conquistó decenas de premios, entre otros, en Venecia, el León de plata por la primera y el Premio del Jurado con la segunda.
Su trayectoria se desenvuelve entre dos momentos claves, comienza cuando Portugal se encuentra inmersa en la efervescencia del Cinema Novo y termina (su filme póstumo, Vai e vem, se estrena poco después de su fallecimiento) cuando ha dejado de ser el polo magnético que atrae a cineastas extranjeros fascinados por su historia reciente, Robert Kramer o Thomas Harlan, o su cultura -como Alain Tanner o Wim Wenders-, para convertirse, al principio del siglo XXI en uno de los focos estéticos más importantes del panorama cinematográfico internacional.
El cine luso actual constituye desde el año 2000 un foco privilegiado del cine contemporáneo, en el que confluyen diferentes tendencias estéticas del cine moderno, que, sin embargo, nunca dejan de mirar hacia el presente y el pasado del país y de su tradición, y en el que sus cineastas encuentran maneras originales y diferentes de narrar, así como experimentan con los géneros cinematográficos y con el propio cine. Gran parte de sus elementos constitutivos, así como la osadía, la libertad creadora y la combinación entre lo lúdico y lo serio, lo grotesco y lo erudito, sin duda se hallaban ya presentes en la obra proteica de João César Monteiro.
El cine de Monteiro refleja un mundo personal, un universo cuasi-mítico, poblado de obsesiones literarias y cinematográficas, que transita entre el realismo sucio y el surrealismo popular, siempre con la pulsión erótica, el deseo y las mujeres (jóvenes) por bandera, y con una riqueza de referencias culturales tremenda, en donde la Literatura, las Artes Plásticas, la Iconografía, la Mitología, la Música, etc., cobran una especial significación. Abundando en ello, el cine de Monteiro es también un metauniverso cinematográfico, pues se halla plagado de apropiaciones e intertextos fílmicos procedentes de numerosos directores, películas y estéticas del Séptimo Arte.
Tampoco podemos obviar el hecho de que, desde que incorporó su persona a su cine, se tornó en un cineasta-demiurgo, un dios omnipresente enfrentado a la mediocridad cotidiana, en donde -finalmente- se funden los límites entre persona y personaje, la realidad y el mito. Su poética cinematográfica puede condensarse acudiendo a sus propias palabras: “Filmar es una violencia de la mirada, una profanación de lo real que tiene por objetivo la restitución de una imagen de lo sagrado, en el sentido que Roger Caillois da a la palabra. Ahora bien, esa imagen sólo puede ser traducida en términos de arte, en lo que eso implica de creación profundamente lúdica y profundamente ligada a un carácter religioso y primitivo”.