Brava gente brasileira
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Brasil, 2000, 104 min.
Directora: Lúcia Murat.
Guion: Lúcia Murat, Raphael Montes.
Fotografía: Antonio Luiz Mendes.
Montaje: Mair Tavares, Cezar Migliorin.
Intérpretes: Diogo Infante, Floriano Peixoto, Luciana Rigueira, Leonardo Villar, Buza Ferraz, Murilo Grossi, Sérgio Mamberti, Adeílson Silva.
Sinopsis: Brasil, 1778. Diogo de Castro, un astrónomo, naturalista y cartógrafo luso, es enviado por la corona portuguesa desde Coímbra hasta la selva brasileña para realizar un análisis topográfico de la zona del Pantanal y delimitar la frontera de las colonias con el imperio español. A medida que se adentra en el continente, las disputas entre indígenas y conquistadores se van recrudeciendo, y Diogo pronto se verá envuelto en una lucha por la supervivencia que echará por tierra su visión idealizada e integradora del Nuevo Mundo.
Lúcia Murat lleva a la pantalla un hecho histórico ocurrido a finales del siglo XVIII en el asentamiento militar de Forte Coímbra, en la actual región de Mato Grosso do Sul, cuando un grupo de indios de la etnia gaicuru se levantó en armas contra los colonizadores que trataban de expulsarles de la zona. El suceso contradecía la Historia oficial de la conquista portuguesa, cimentada sobre una falsa imagen de sumisión de los pueblos indígenas ante el avance de los europeos y su integración pacífica en la nueva sociedad colonial. Para dar mayor verosimilitud a la película, Murat se entrevistó con las comunidades de indios kadiwéu (descendientes de los gaicuru) que aún hoy habitan la región, contrastando las crónicas de la época con los relatos indígenas transmitidos por la tradición oral. En el año 2013, la directora regresó a la zona para rodar junto a Rodrigo Hinrichsen, su asistente de dirección en Brava gente brasileira, el documental A nação que não esperou por Deus (2015), en el que mostraba los cambios socioculturales experimentados por la comunidad kadiwéu tras la llegada, a comienzos del nuevo milenio, de la televisión y de las iglesias protestantes.
Festivales y Premios:
Festival de Brasília do Cinema Brasileiro (Brasil): Mejor actriz (Luciana Rigueira), Mejor Banda Sonora.
TIFF ─ Toronto International Film Festival (Canadá): Sección Oficial.
MINC ─ Ministério da Cultura do Brasil (Brasil): Premio al Mejor guion.
The Sundance Institute (EE UU): Selección.
Pólo de Cinema e Vídeo do DF (Brasil): Selección.
HKIFF ─ Hong Kong International Film Festival (Hong Kong).
SIFF ─ Seattle International Film Festival (EE UU).
Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (Argentina).
Palm Spring International Film Festival (EE UU).
Rencontres Cinémas d'Amérique Latine de Toulouse (Francia).
Festival du Cinéma Brésilien de Paris (Francia).
APERTURA IBÉRTIGO 2019
LÚCIA MURAT
La carrera cinematográfica de Lúcia Murat (Río de Janeiro, 1948) es inseparable de su implicación política en la Historia reciente de Brasil. Hija de un médico vinculado a los grupos de izquierda durante la dictadura militar, tras ingresar en la facultad de Ciencias Económicas se incorporó al movimiento estudiantil en 1967. Su detención junto a la de otros mil jóvenes asistentes al congreso clandestino de la União Nacional dos Estudantes celebrado en São Paulo el 12 de octubre de 1968, marcó su paso a la lucha armada como militante de la Dissidência Comunista da Guanabara (DI-GB), de la que surgiría el Movimento Revolucionário 8 de Outubro (MR8). Capturada por las fuerzas del régimen en 1971, fue torturada durante dos meses y condenada a tres años y medio de cárcel en Vila Militar y el presidio de Talavera Bruce en Río de Janeiro.
Cuando a principios de la década de los años 80, el aperturismo político que anticipó la llegada de la democracia le permitió iniciarse como cineasta con un medio-metraje documental sobre la Revolución Sandinista de Nicaragua titulado O pequeño exército louco (1984), todas sus experiencias previas se volcaron de forma inmediata en el contenido de su obra: «Fue el cine el que me permitió sobrevivir de una manera creativa. Porque al hablar de la violencia, lo hacía procurando formas de superar la cuestión. Procurando hacer las preguntas que me dejó mi espanto. Y la eterna pregunta: ¿es humana la tortura? (…) Por eso mi cine se hizo con urgencia, con instinto, con el propósito de sobrevivir a una realidad de violencia».
Con su siguiente filme, el largometraje Que bom te ver viva (1989), Murat ahondaba en esta misma línea autobiográfica y reflexiva para componer un retrato testimonial de las mujeres que, como ella, habían sido víctimas de la represión militar por su activismo. La película se estrenó internacionalmente en el Toronto Film Festival y obtuvo los Premios del jurado, el Público y la Crítica en el Festival de Brasília do Cinema Brasileiro de aquel año, convirtiendo a su autora en una de las figuras más destacadas de la llamada “reconquista” del cine brasileño que siguió a los años de la dictadura.
Tras Doces poderes (1996), un análisis de las estrategias de marketing que dominan la política electoral de los partidos, Brava gente brasileira (2000) se despegaba de la actualidad de Brasil para buscar, en su pasado colonialista, los orígenes del conflicto territorial que todavía hoy enfrenta a los grandes poderes económicos con los pueblos de la Amazonia. El antagonismo, esta vez entre clases, volverá a ser el motor de su cine en Quase dois irmãos (2004), con la que Murat retomó el espíritu urgente de crítica político-social que identifica a sus mejores filmes.
Desde entonces, su obra ha ido vadeando los límites entre el documental y la ficción sin apartarse de ciertos temas comunes: la reivindicación de la lucha contra la dictadura militar (Uma lunga viagem (2011), A memória que me contam (2012)), las agresiones contra la identidad de las culturas indígenas (A nação que não esperou por Deus (2015)) y las diferencias de clase que dividen a la sociedad brasileña (Maré: nossa hitória de amor (2007), Praça Paris (2018)).