El mayo canario en el CICCA recuerda los Cines Wood, Royal y Rosales

La Asociación de cine Vértigo celebra en 2024 su tradicional "mayo canario", en el CICCA de Las Palmas de Gran Canaria, con el Ciclo “Cine canario: Cines Wood, Royal y Rosales”, proyectando las películas que protagonizaron la inauguración de estos históricos recintos.

Los títulos y sus fechas de proyección, en horario de 18:30 horas y con entrada gratuita, son:

Consulta o descarga el folleto: [pdf]

El mes de mayo lo dedicamos, desde hace años, a un ciclo que esté relacionado con Canarias. Esta vez, nuestro amor al cine quiere recordar esas salas de cine que constituyeron parte de nuestra vida desde la infancia, y lo hacemos a través de tres cines y de tres personas íntimamente relacionadas con ellos.

El Cine Wood de Tafira Alta, notas para el recuerdo

«Cuando me solicitaron estas líneas sobre el Cine Wood, (en adelante CW), me vino el recuerdo de una película: Cinema Paradiso, esta película de 1988, guionizada y dirigida por Guiseppe Tornatore, refleja la historia de muchos cines, de sus protagonistas y también de sus espectadores, verla es reconocer y reconocerse en muchos aspectos de los cines de Canarias a lo largo del siglo XX.     

El CW fue promovido por Francisco Wood de Quintana, con proyecto de Rafael Massanet, y edificado en terrenos heredados por su esposa, Esperanza Caballero Rodríguez, en el centro de la entonces nueva urbanización de Tafira, siendo inaugurado el 26 de agosto de 1933…

[…]

En resumen, el cine Wood fue una iniciativa que contribuyó a acercar al entonces novedoso espectáculo del cine a la población del entorno periurbano y rural de la zona centro de Gran Canaria, y, a su vez, abrió el camino a una iniciativa empresarial de carácter familiar que expandió posteriormente la actividad cinematográfica en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde la familia Wood Caballero creó los cines Bahía, La Luz, Rex y Scala, que probablemente no hubiesen existido sin la aventura inicial que supuso el Cine Wood.

Finalmente, a finales de los años setenta del pasado siglo le llegó la hora de su cierre, y pasó a principios de los años ochenta a servir de soporte a las actividades culturales desarrolladas por el “Grupo de Amigos de Tafira”, bajo el impulso del médico D. Manuel Lezcano González, pero también a esta etapa le llegó su fin.

Terminada esta fase aparecieron las ambiciones del urbanismo especulativo, que se resolvieron en el Tribunal Supremo a favor de los vecinos, concluyendo con su adquisición por el ayuntamiento de Las Palmas en 2021. Abriéndose con ello una nueva oportunidad. 

Hoy el CW, que formó parte de la vida y los recuerdos de varias generaciones, yace en el abandono y, como los grandes dinosaurios, solo quedan sus huesos bajo un montón de escombros y basuras. Es el tiempo de recuperarlo, y crear en él un museo del cine, precisamente en un cine con historia es, sin duda, un futuro posible y deseable.»

Enrique Wood Guerra [Texto íntegro en el PDF]

Cine Royal

«Desde que nací el cine ha formado parte de mi vida. Las conversaciones familiares, las anécdotas de las películas, de los actores, los líos de la censura… eran habituales en mi casa. Y es que mi bisabuela, Elena Bosch y Sintes, había construido el Royal Cinema.

Entrada del Cine Royal (1950-1960). Foto: Cinemap - cinemapgrancanaria.com

Mi abuelo, Bartolomé Guerrero, era el representante de la Paramount en Gran Canaria y convenció a su familia política para construir un cine. Se inauguró el Royal en 1928, con el estreno de la película canaria La hija del Mestre, aprovechando unas propiedades familiares situadas al lado del Muelle de Las Palmas, ya que habían tenido negocios como armadores de barcos en el pasado.

En los años 40 mi padre empezó a trabajar como encargado del cine, conoció a mi madre, hija de la dueña, hubo boda y la tradición cinéfila continuó.

El Royal Cinema fue de mi familia hasta mediados de los años 50. Durante ese tiempo se llevaron a cabo distintas obras de acondicionamiento, entre las que destacan la adecuación al cine sonoro en 1930, la reforma de la fachada que realizó el arquitecto Miguel Martín Fernández de La Torre en 1935, y ampliación del aforo en 1947.

Las casualidades de la vida hicieron posible que el nuevo dueño, Jesús Rodríguez Doreste, fuera el marido de una hermana de mi padre, por lo que yo seguí vinculada al Royal hasta que se cerró definitivamente, ya como multicines, en 2006.»

Elena Acosta Guerrero

Cine Rosales. El rugir de un motor

«La cinefilia, esa pasión, en algunas ocasiones desbordada y, en otras tantas, desbocada, por el séptimo arte tiene un origen comprendido por recuerdos difusos constreñidos en un espejo viejo, empañado y roto en varios pedazos.

Teatro Cine Rosales en 2020. Foto: Cinemap - cinemapgrancanaria.com

Para un servidor, esos trozos de espejo que han sufrido tantos efluvios y vahos por parte del tiempo lo constituyen varios momentos entre los que destacan dos.

El primero, a mediados de los 70, mi estreno en gran formato, la reposición de Los Siete Magníficos, de John Sturges, en el Cine Capitol. La sala, aún con butacas de madera y envuelta en humo de cigarrillos y en la saliva que acompañaba a los cientos, miles de cáscaras de pipas del suelo, me pareció inmensa, inabarcable, y la pantalla aún más, pero, según parece, salí de ella en pleno éxtasis, tarareando aquella pegadiza BSO de Elmer Bernstein.

La otra pieza de ese puzle caótico y desordenado del germen de mi cinefilia la dibuja mi primera visita, junto a mi padre, al cine de su ciudad natal, el Cine Rosales, en Arucas, regentado por un familiar.

No recuerdo que película se proyectaba, pero sí el gran tamaño de la sala, los palcos, la cantina, los camerinos…, pero, sobre todo, la cabina de proyección.

Accedí a ese lugar, si no recuerdo mal, por una interminable escalera de caracol que hizo que la trama de mi primera expedición por el cine que llevaba mi apellido ganase en suspense y en emoción.

Allí conocí que el cine, la proyección de películas, era más que darle a un botón. Yo lo viví como una especie de truco de ilusionista que requería de latas que guardaban secretos mágicos en forma de rollo y de maquinaria pesada para desentrañar aquellos misterios, ingenios mecánicos cuyo motor rugía con un traqueteo que me hizo muy feliz.»

Víctor J. Rosales Álamo

Colaboran: FILMOTECA CANARIA y CINEMAP