Dirección: Mikio Naruse.
Guion: Toshirō Ide, Sumie Tanaka (supervisado por Yasunari Kawabata).
Fotografía: Masao Tamai.
Dirección Artística: Satoru Chūko.
Música: Fumio Hayasaka.
Productora: Tōhō.
Interpretación: Ken Uehara, Setsuko Hara, Yukiko Shimazaki, Yōko Sugi, Akiko Kazami, Haruko Sugimura, Ranko Hanai, Hiroshi Nihon’yanagi, Keiju Kobayashi, Akira Ōizumi, Sō Yamamura.
Sinopsis: Michiyo y su marido Hatsunosuke, un salaryman fiel y honesto pero de escasas ambiciones profesionales, viven una existencia rutinaria en un sencillo barrio de las afueras de Osaka. Aunque en su juventud fue pretendida por su acaudalado primo Kazuo, tras finalizar la guerra Michiyo decidió abandonar su Tokio natal para emprender una nueva vida junto a Hatsu en la bulliciosa y floreciente capital del sur. Sin embargo, después de varios años de matrimonio en los que el día a día de la mujer se ha visto reducido a la sempiterna tarea de limpiar, lavar la ropa, llevar las cuentas de la casa y tener la comida a punto para su marido, el tedio de la cotidianidad ha acabado por proyectar una pesada sombra sobre la pareja que amenaza con destruir la aparente felicidad del hogar. Todo se precipita cuando la despreocupada y caprichosa sobrina de Hatsu, Satoko, les pide pasar una temporada con ellos tras una acalorada discusión con sus padres. A medida que la muchacha hace más evidentes los flirteos con su tío ante la mirada impotente de Michiyo, ésta empieza a cuestionarse si no estará aún a tiempo de iniciar una nueva vida lejos de Hatsu.
AFORO LIMITADO. ENTRADA GRATUITA CON INSCRIPCIÓN. +INFO: AQUÍ.
Reseña: La inesperada muerte de Fumiko Hayashi, justo cuando la autora se hallaba en la cúspide de su fama, animó a los estudios Tōhō a versionar su última e inacabada obra, que había venido publicándose por entregas en el diario Asahi Shinbun desde abril de aquel año. La casualidad quiso que Mikio Naruse, un reputado “hombre de la casa” que no había cosechado ningún éxito reseñable desde la década de los 30, se hiciese cargo de la dirección cuando el responsable designado por la compañía, Yasuki Chiba, tuvo que abandonar de manera precipitada el proyecto a causa de una enfermedad. El visto bueno del futuro premio Nobel Yasunari Kawabata al libreto firmado por Sumie Tanaka y Toshirō Ide –en adelante, colaboradores habituales de Naruse– acabaría de dar lustre a una producción que, sin embargo, no sólo pecaba de un descarado interés por dulcificar la historia original de Hayashi para hacerla más comercial, sino que añadía un improbable happy-end al desenlace de una trama que no casaba con el tono habitualmente pesimista de su autora.
La palabra japonesa meshi alude a la comida casera a base de arroz cocido que constituía la dieta esencial de las clases medias y bajas durante los primeros años de la posguerra. Se trataba, además, de un reclamo común en los carteles de los pequeños locales que servían almuerzos económicos a los trabajadoresconcentrados a diario en los principales núcleos urbanos. Hayashi pretendía, de ese modo, reflejar los sinsabores de la gente corriente y, en especial, de las amas de casa que, como la protagonista Michiyo, sufrían con mayor crudeza el descontento de una vida sin metas ni recompensas; dedicada únicamente a satisfacer las necesidades del marido y entregarse de forma rigurosa y abnegada al cumplimiento de las tareas domésticas. Sobre esta base, Naruse planifica una puesta en escena analítica en la línea del mejor estilo Kamata, que aprovecha hasta el último resquicio de la casa japonesa para subrayar la distancia física y emocional que separa al matrimonio, anunciando en cada plano su inminente disolución. Mención aparte merece el profuso retrato documental que la película exhibe de la ciudad de Osaka en un momento clave de su historia, el penúltimo año de la Ocupación, contraponiendo la vida agitada y ociosa de la urbe con la dolorosa realidad de un Tokio que se nos presenta aún cubierto de heridas y en pleno proceso de reconstrucción.
Aythami Ramos