La Asociación de cine Vértigo dedica los meses de enero y febrero de 2021, en el CICCA de Las Palmas de Gran Canaria, al director de cine británico John Lee Thompson: “Un gran artesano”.
Los títulos seleccionados y sus fechas de proyección, en horario de 18:30 horas, son:
“Crimen sin criminal”, de J. Lee Thompson, 1950. (Lunes 11 de enero)
“Amenaza siniestra”, de J. Lee Thompson, 1953. (Lunes 18 de enero)
“Yield to the night”,de J. Lee Thompson, 1956. (Lunes 25 de enero)
“Fugitivos del desierto”, de J. Lee Thompson, 1958. (Lunes 1 de febrero)
“La bahía del tigre”, de J. Lee Thompson, 1959. (Lunes 8 de febrero)
“Los cañones de Navarone”, de de J. Lee Thompson, 1961. (Lunes 15 de febrero)
“El cabo del terror”, de de J. Lee Thompson, 1962. (Lunes 22 de febrero)
El temerario J. Lee-Thompson
Durante muchos años se utilizó de manera genérica (y extremadamente petulante) el sustantivo “artesano” para (des)calificar el trabajo de directores que frecuentaban los géneros populares con desparpajo, entregando de manera sistemática (y prolífica) películas de destacada calidad técnica y consistente trabajo actoral. Uno de los casos más sangrantes es el del inglés John Lee-Thompson (1914-2002), a quien acompañó la etiqueta hasta (literalmente) la muerte (el término aparece repetidamente en sus necrológicas), un dotado realizador con especial habilidad para los thrillers y el cine de acción o aventuras, pero que frecuentó casi todos los géneros y que, en apenas una década, se labró una reputación tal en su Inglaterra natal (engarzando de manera consecutiva una docena de títulos tersos y ostentosos) que Hollywood recurrió a él para salvar Los cañones de Navarone (tras una pre-producción compleja) y ya nunca volvió la vista atrás.
En esa primera etapa en su país natal, que constituye el grueso del presente ciclo, seremos testigos de cómo Lee Thompson pasa de director-guionista extremadamente constreñido (en su ópera prima) por las limitaciones de la industria británica de posguerra a una progresiva liberación como realizador, apostando por una puesta en escena enfática, nada invisible y, quizá, algo exhibicionista, y una querencia por narraciones y temas ambiguos (que acabará conduciéndole, ya en EE.UU., en territorio de lo extraño y lo extremo). Su cine, en este sentido, guarda paralelismo con una constante en su propia obra, un continuo periplo hacia adelante (marcado por la obstinación o el destino), que traza una línea desde los dilemas morales y la crítica social (el “cine de fregadero”) hacia nuevos territorios donde habitan lo inesperado, lo violento e, incluso, lo onírico, dotando a su cine de un aura que le diferencia de sus coetáneos. Como señala Steve Chibnall en su libro sobre el cineasta: “La notable habilidad para adaptar su estilo al material le convierte en, quizás, el director más versátil de Gran Bretaña.”
Hablamos, pues, un director fiable, con muy buena mano para el trabajo actoral (gracias a sus propios antecedentes como intérprete), que creaba lazos permanentes con las estrellas (Gregory Peck, David Niven, Anthony Quinn, John Mills, Diana Dors, Yul Brynner, Robert Mitchum, etc.) y que manufacturó notables productos comerciales a lo largo de cuatro décadas. Buena parte de su éxito inicial se debió a una meticulosa pre-planificación (mano a mano con sus recurrentes colaboradores de confianza entre el equipo técnico), la búsqueda de angulaciones de cámara interesantes (haciendo gala de un excelente ojo para el impacto visual) y un ritmo ágil en montaje, que en ocasiones incluso logra escapar de la larga sombra de sus referentes: las composiciones visuales de Carol Reed, y el gusto por el exceso y el subrayado de Alfred Hitchcock.
Un ciclo que debería permitir redescubrir su figura e identificar algunas de las marcadas constantes, tanto formales como temáticas, de su cine, tantos años infravalorado por su inevitable identificación, de forma casi exclusiva, con el período final (y, quizá, menos memorable) de su carrera (asociado casi invariablemente a la pétrea figura de Charles Bronson, antes y durante la etapa en Cannon Films).
Entrada gratuita. Imprescindible adquirirla previamente:
1.- On-line: en cualquier momento, accediendo a la plataforma Tomaticket, en la página:
https://www.tomaticket.es/cicca/
2.- En taquilla de lunes a viernes, de 9 a 13:30 h. y de 17:30 a 21 h.
La tarde en la que se proyecta la película no se puede retirar invitaciones ni se permitirá la entrada a aquella persona que no haya retirado invitación previa.